viernes, 18 de noviembre de 2011

Javi y los leones, un libro sobre la violencia escolar

Javi y los leones
Texto: Joel Franz Rosell
Ilustraciones: María Rojas
Edelvives, 2003
Colección Ala Delta. Serie Roja (a partir de 5 años)


Sobre la violencia escolar no hay nunca demasiados libros. Es un tema complejo, con muchas aristas, que alcanza a los chicos de cualquier edad. La perspectiva que ha adoptado el cubano Joel Franz Rosell en este cuento es la de su tratamiento desde la imaginación infantil.

Es sabido que antes de resolver cualquier tema de la vida cotidiana, en la relación con los demás o con el medio natural, lo primero que hace el ser humano es procesarlo en una construcción mental que le permite pesar los elementos participantes en el conflicto, valorar su capacidad para enfrentarlo y sus posibilidades de éxito.

Eso es lo que hace Javi, un niño que ya arrastra un viejo miedo, el día en que un chico del mismo colegio, pero de un grado superior, le “cobra peaje”. Esto es algo que ocurre diariamente y cuya solución pasa por compartir el problema con amigos, padres y personal escolar, por la investigación de las causas individuales y sociales que conducen al violento a tal actitud, y por el enfrentamiento temprano del mal, a fin de evitar que éste se convierta en un hábito cada vez más peligroso; tanto para las víctimas como para el victimario.

Estos tres ingredientes del problema de la violencia escolar están implícitos en el cuento de Rosell y en las ilustraciones de Rojas, si bien no todos alcanzan la misma jerarquía. Al estar narrada la historia desde el punto de vista y de la mente de Javi, quien todavía mezcla realidad y fantasía, no llegamos a conocer las motivaciones del abusador. Esto no es una objeción al cuento puesto que, como dijimos, es una temática compleja y de muchas aristas que un texto tan breve, destinado a lector tan joven, no puede abordar simultáneamente y con profundidad.

Javi pasa cada día junto a dos leones de piedra. Le gusta el león sonriente y le teme al león feroz. Esta relación ¿sugiere que el chico tiene un problema de comunicación con sus padres y los sustituye por los leones? o acaso ¿es el autor quien ha representado a los adultos del entorno del chico como leones, sugiriendo que con uno de éstos la relación es difícil? Probablemente ambas cosas estén en la intención del escritor, dado el nivel metafórico de todo el cuento.

Cuando se le presenta el problema con el abusador(que no tiene nombre), Javi le pide ayuda al león sonriente. Este le responde que no es él, sino el león feroz quien puede ayudarlo. “Es que me da mucho miedo”, explica Javi, y el león amigo replica: “¿Quién te da más miedo, el león feroz o ese guapetón que te hace chantage en el colegio.?” Esa noche, Javi sueña que el león feroz y el guapetón están en un balancín. La imagen no puede ser más diáfana, pero se amplía cuando, al día siguiente, el chico se percata de que, vistos desde atrás, los dos leones de piedra son iguales. Cuando al fin dialoga con el león fiero, Javi descubre que éste tiene la misma voz que el león sonriente.

María Rojas resuelve esta cuestión dibujando desde el principio a los dos leones prácticamente iguales. Son, además, muy grandes con respecto a Javi. Otro sugerente momento del trabajo de ilustración es cuando representa el puño del abusador con un trazo y color semejante a las patas de los leones (y Javi sigue luciendo minúsculo en comparación). Al final, cuando al fin vemos la cara del chico mayor, también su rostro se asemeja al del león feroz. Todo el libro está trabajado con una paleta de colores donde predominan rojos y negros. Los dibujos han sido realizado con creyones de cera, de trazo naif, sobre un colage de papel de estraza y recortes de diario que subrayan el ambiente urbano y el peso que la palabra tiene en el desarrollo de la historia. La composición y el aprovechamiento del espacio evidencian gran oficio, y la concepción de los personajes demuestra la sensibilidad de la artista y su compromiso con el texto y con su jovencísimo destinatario.

Rosell mueve su historia con cuidada ambigüedad. En la calle todos están demasiado ocupados y no se fijan en Javi, que siente marchar tras él al león feroz. Cuando se enfrenta con Guapetón (así, con mayúsculas, como si fuese su nombre) éste se asusta por lo inusitado de la resistencia, y tampoco los camaradas que vienen a felicitar a Javi mencionan al león. Sin embargo, el chico se resiste a confirmar que que todo fue producto de su imaginación y se propone, en su próxima visita al parque, continuar compartiendo con los leones sus experiencias escolares.

Ante semejante final, algunos de los pequeños lectores decidirán por sí mismos la versión que prefieran o necesiten. Otros pueden preguntar a los adultos que compartan con ellos la lectura si Javi fue o no acompañado por el león. Pienso que, como en los cuentos de hadas, el adulto debe informarse primero de lo que el chico opina. Por lo general, la mejor respuesta ante la ambigüedad estética es no imponer un criterio. Toda obra literaria es una propuesta, una sugestión, una pregunta. La literatura no se hace para enseñar, sino para permitirle al chico aprender: piense usted en el matiz que diferencia ambos verbos.

L. García Nemo
versión de este artículo en

La leyenda de Taita Osongo, novela afrocubana

La leyenda de taita Osongo
Joel Franz Rosell
Fondo de Cultura Económica. México, 2006
Ilustraciones: Ajubel
Recomendado a partir de 10 años


La leyenda de taita Osongo
es la más reciente novela publicada por Joel Franz Rosell, autor cubano residente en Francia, donde publicó la primera versión, seguida recién por una versión brasileña (Ediçoes SM do Brasil, 2006) y por la edición cubana (Ediciones Capiro. Santa Clara, 2010) que cuenta con sus propias ilustraciones. Narra un amor imposible: entre Leonel, joven esclavo, y Alma, la hija de su amo, el temible traficante de esclavos Severo Blanco. Pero también, como lo indica el título, es la historia del abuelo del joven, taita Osongo: antiguo rey africano y esclavo cimarrón, que utiliza la magia para luchar por la libertad de los suyos.

No creo que haya muchas novelas juveniles sobre la esclavitud en América (en las colonias españolas, inglesas, francesas y holandesas, pero también en naciones independientes como Estados Unidos y Brasil). En todo caso, no he leído otra donde lo literario supere de tal manera la intención de informar o denunciar el destierro y explotación de millones de africanos durante los siglos XVII al XIX.

Contrariamente a lo que puede dar a pensar el término “leyenda” incluido en el título, la historia no procede tradición africana o cubana alguna. Es un relato completamente original, que se inscribe en la moderna literatura cubana. El autor ha declarado haber reinventado la historia de su propia familia, pues tiene ancestros africanos, españoles y aborígenes, y haber aprovechado su estado de ánimo durante una experiencia amorosa (cuyas dificultades nada tenían que ver con diferencias raciales).

Al margen de las fuentes históricas, familiares y personales, Rosell, dice haberse alimentado en fuentes literarias cubanas, de Europa Occidental y hasta de Rusia. Entre los maestros cubanos a quienes rinde homenaje están Nicolás Guillén, cuyo segundo libro de versos afrocubanos, Sóngoro Cosongo da nombre al país imaginario del cual es rey Taita Osongo, y Lino Novás Calvo, de cuya novela Pedro Blanco el negrero tomó el nombre de su propio anti-héroe, Severo Blanco. Por otra parte, Rosell cita casi textualmente una situación de uno de los más famosos cuentos infantiles de su compatriota Onelio Jorge Cardoso. La novela utiliza diversos recursos propios de la leyenda, género de nuestra tradición occidental, pero sobre todo sorprende al servirse de la estructura de un cuento tradicional ruso para el momento álgido de la trama: la fuga de Alma y Leonel, ayudados por los sirvientes mágicos de Taita Osongo y perseguidos por los cazadores de esclavos.

La leyenda de taita Osongo no es una novela histórica y mucho menos un relato con fácilmente reconocibles “valores transversales”, es una corta e intensa novela de aventura, magia y amor que explota hábilmente la experiencia estética que ofrece a sus lectores para propiciar una comprensión afectiva de problemas como el racismo, la emigración africana, la pobreza del tercer mundo o las esclavitudes modernas (todos están interrelacionados).

Después de vivir las 70 jugosas páginas de esta novela, nuestros jóvenes no podrán mirar nuevamente las múltiples formas de la injusticia como cosa ajena y remota.

L. García Nemo
versión original publicada por la revista Babar